VEINTE AÑOS

4 de septiembre de 2016

¿Todavía te amo?

   -¿A vos te parece?
   
   -No te voy a volver a explicar.
   
   -¿Siempre vas a tener una excusa para todo?
   
   -Bueno, hay cosas que no puedo controlar…
   
   -Esto no pudiste controlar. Hasta acá llegamos.
   
   Maira se dio vuelta y tiró un vaso de plástico vacío que había en la punta de la mesa. Empezó a sollozar.
   
   -Victoria…
   
   -¡Basta Luca! Ya no hay posibilidad de nada. No hay vuelta atrás. No hay borrón y cuenta nueva. Acá no hubo…- Maira echó un vistazo rápido al manojo de hojas que tenía en su mano izquierda.- …principio ni final?
   
   Rodrigo estaba por continuar con su línea pero Maira lo interrumpió.
   
   -Dios, ¿Qué es esto? ¿“No hubo principio ni final”?
   
   Rodrigo tiró el guión en la mesa y se echó en el sillón que tenía atrás suyo.
   
   -Suficiente por hoy.- Dijo.
  
   -Esperá. Una vez más.
   
   Eso venís diciendo hace dos horas. Ya repetimos la misma escena quinientas veces. ¿Recién ahora te das cuenta de que no te gusta?
   Maira desistió y dejó el guión sobre la mesa. Sacó un cigarrillo de uno de sus bolsillos y buscó el encendedor.
   
   -Está bien. Siempre dudé del trabajo de Timbara. Quería intentarlo, pero no puedo más. Sus frases son poco reales. Fuera de lugar. No puedo con esto… ¿no viste el encendedor?
   
   Rodrigo había cerrado sus ojos. No contestó. Maira iba y venía nerviosa por el living comedor.
   
   -Siento que nunca voy a disfrutar de este papel.- Siguió Maira.- Victoria no es para mi. ¿Te acordás de “Morir un dos de otoño”? Por Dios, lo que daría por otro personaje como Julia.
   
   -Maira…
   
   -Voy a hablar con Timbara. Le voy a proponer algunos cambios. Esa va a ser la condición para seguir con el papel. ¿Por qué no lo pensé antes?- Maira volvió a la mesa y agarró el guión nuevamente. Se fue a la cocina buscando, todavía, un encendedor.
   
   -¡Por Dios!- Gritó.
   
   -Maira…- Repitió Rodrigo.
   
   -¡Esto es un desastre! ¿Cómo no me di cuenta?
   
   Maira volvió al living a paso rápido. Se acercó a Rodrigo con el guión en la mano y le señaló una línea exacta.
   
   -Leé esto.- Le dijo.
   
   Rodrigo leyó. Después dijo.
   
   -No lo veo mal.
   
   -¿Cómo?- Maira lo miró sorprendida.- Leé bien.
   
   Rodrigo le sacó el guión de las manos y leyó en voz alta.
   
   “Victoria: -No te soporto más, Luca. Sos la peor persona que existe en el mundo. Egoísta. Orgulloso. Nunca en tu vida habías fumado y ahora tenés un cigarrillo entre los labios. Antes me escuchabas, ahora te importa una mierda lo que digo. Antes nos queríamos. La pasábamos bien. Ahora parecemos familiares que no se ven nunca y se odian. Nunca hacemos el amor. Nunca salimos a ningún lado. Nunca dejás de pensar en tu trabajo. Luca, ¿todavía me amás? O me lo tendría que me preguntar a mí misma. Luca, ¿todavía te amo?
   
   Rodrigo dejó de leer y le devolvió el guión a Maira. De uno de sus bolsillos sacó el encendedor y se lo dió. Volvió a recostarse en el sillón. Nadie dijo nada. Cerró los ojos lentamente. El sonido de la chispa del encendedor, que esperaba escuchar, nunca existió.
   
   -Rodrigo.- Dijo Maira al fin.- Perdón.
   
   -¿A vos te parece?
   
   -Hay cosas que no puedo controlar.
  
   Entonces Rodrigo se levantó y tiró un vaso de vidrio, lleno de algo, que alguno de los dos había dejado en el brazo izquierdo del sillón.      

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