VEINTE AÑOS

27 de abril de 2017

Extraño suceso. Resistir.

   No me puedo resistir. Sus ojos están a milimetros de mis ojos. Si me resisto en seguida está la explosión que desborda y yo solamente no quiero explotar. O tal vez si. Quiero explotar en una buena manera. La mala surge cuando ella me dice ¨no¨. Son tres, cuatro, cinco veces, contadas con los dedos de la mano derecha, y es exactamente ahora cuando tengo que sacar la izquierda.
   Sacando mi mano de ningún lado y levantandola trabada y pausadamente como si estuviera sufriendo algún problema motriz, la miro mientras sube, ya con los dedos metidos en la palma, solamente tengo que sacar uno para fuera. Cualquiera. El dedo ya está por la mitad, la mano a la mitad de mi pecho, y mi temple a punto de explotar.

    No me puedo resistir.

    Estando en el baño, o en mi pieza, o en cualquier lado de mi casa, o ni siquiera en mi casa. Caminando algún pequeño recorrido pienso que todo, pero absolutamente todo es efímero. Hablando de ser efímero por nuestros huesos que casi pueden ser eternos pero terminan escondidos bajo tierra. De qué me servirá la eternidad en mis huesos cuando camino y la puerta automaticamente se abre de par en par. Camino con el rumbo fijo, mirando para dónde sea, pero yo sé exactamente lo que tengo en la cabeza en ese momento. Y sos vos. Nadie más puede ser. Todo se reduce como en los viejos tiempos pero yo no me puedo dar cuenta en ese mismo momento. No me puedo dar cuenta absolutamente de nada lógico. Pero el problema no es tanto esa irracionalidad, sino lo tanto que me convenzo de ella. No puedo pensar como pienso ahora en aquel momento. Ni si quiera me puedo convencer contrariamente ahora mismo al 100%. Siento estar totalmente perdido y a la vez totalmente controlado. Es la peor sensación del mundo. Recuerdo de repente una vez, estar sentado en la silla, al frente de un escritorio, dentro de una agencia de viajes, y una mujer a punto de venderme un viaje a no sé que lugar del cual yo no estaba muy seguro de ir, hasta que la mujer se levantó y salió de atrás del escritorio y se fue a buscar no se qué. Yo en ese mismísimo momento caí en la famosa pregunta: ¿Qué carajo estoy haciendo? Me la hice cuando mi cuello se ladeó para atrás y mis ojos se quedaron mirando el techo. Todo el lugar quedó en silencio y vi en una pantalla dentro de mi imaginación a mi propio restro, visto desde arriba, como de a poco se iba alejando y haciendosé más chico. Pero la mujer volvió y así también volvió toda la normalidad. Y lo agradezco.

   No me puedo resistir.

   No sé que me movía en ese momento, pero lo agradezco. Porque si no hubiera comprado ese pasaje a no sé dónde yo tal vez no hubiera salido volando de mi bici al comerme un pozo en la calle sin ninguna señalización. No me hubiera roto la mano y no hubiera recordado a Belén. Pero Belén probablemente ya no exista, como tampoco existe la bicicleta roja. Tal vez nadie entienda porqué agradezco haber salido volando de mi bici y romperme la mano izquierda. Pero es que son cosas que realmente tienen que pasar para poder darse cuenta de otras cosas. Como de lo mierda que resultás ser solamente cuando lo querés ser. Y sí, hablo de vos. Pero qué tal. No me puedo resistir. Como Sabato, somos incapaces de producir algo perdurable. Pero pareciera que no te querés negar a creer lo contrario. La tristeza me invade y estoy de vuelta caminando. Solamente me alejé de la puerta cinco locales y la verdad que no quiero intentar nada más. Pero me vibra el celular y lo que pasa es que yo tampoco me puedo resistir ni un minuto más.

  

4 comentarios:

  1. Nuestros fracasos han construido este presente meritorio. No querría cambiar una sola cosa.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Extrañaba tus comentarios (de mierda) por favor no dejes de comentarme mis entradas. Es bueno sentir que alguien te lee. Tambien me sirve para releer lo que yo escribí y darme cuenta que escribí todo para el CULO.

      Eliminar
  2. Sólo cuando tenga algo que decir.

    ResponderEliminar

Con la tecnología de Blogger.