VEINTE AÑOS

30 de enero de 2018

No te vayas. Epilogo.

   Justo me levanto temprano en una cama que no conozco. Soñé con grandes masas de gente pasando, corriendo, caminando sobre un lugar en particular. Me siento en la cama y no hay tiempo para perder, pero empiezo haciendo exactamente lo contrario. La luz se filtra por las rendijas de una cortina. La oscuridad se ensucia y la habitación se termina de ensuciar. Miro en el piso una guía de viaje de Colombia.

   Ella se despierta. Su mirada se filtra por la rendija de sus pequeños ojos mientras le pregunto si se va a Colombia. Me tiro para atrás y acuesto mi espalda encima de sus piernas. Con mi brazo izquierdo toco su derecho.

   Tenía todas las miradas encima como si estuvieran mirando a alguien con problemas para caminar. Al otro día era feriado. Me asomé por la baranda de la terraza para evitar todos los pares de ojos. Una senda peatonal demasiado blanca para la noche. Las tres luces de los semáforos prendidas al azar. Y cruzaba la gente. Miles de personas caminaban sin mirar. Parecía nunca cortarse el paso. Si me tiraba desde ahí arriba, unos diez o quince pesos, me separaba de las personas a donde caería. A nadie le importaría y seguirían caminando pasando por encima mío.

   Alguien me toca el hombro.
   -Es mejor que nos vayamos de acá.
   Los ojos se siguen fijando en mí. Es como si todo el mundo fuera invisible menos yo.
   -Vamos.
   Bajamos las escaleras, después otras y otras más. Cuando miro por una ventana veo la senda peatonal, ahora menos blanca que antes, desprovista de personas y los semaforos funcionando normalmente. Creí ver un auto pasar. Llegamos a una puerta.
   -Dale.
   Pero yo no quiero salir por ahí. La puerta se abre antes de que me pudiera decir algo y todo el flujo de gente cae para adentro a los golpes. Las personas se empujan y pasan encima de los caídos como si entrar fuera la última salvación. Doy un paso atrás hacía los escalones. Cuando giro la cabeza todo el mundo se detiene y me mira.

*

No te vayas por favor.

-Las cosas no van a volver a ser como antes. No se puede. Perdoname pero te tengo que romper el corazón. Así me enseñaron cuando la cagada ya está echa. Si, fue culpa mía. No lo supe manejar bien. Pasa que, ¿cómo puede ser?

-Te tengo que volver loca. Es la única forma que tengo de corroborarlo. Pero si es un día si y otro no, y así con todo. Hasta con las sabanas o las ganas de salir a comer. No sé si se va a poder.

-Creo que no voy a dormir por tres días.

-No sigas haciendo esto. La gente desaparece, se enoja, te tratan mal, te hacen llorar. Lloran ellos.
Cerrá los ojos. Por lo menos lo voy a intentar.

-No...

-Cerrá.

La luz se apaga de más. En uno de sus oídos escucha: En mis sueños ya no se mueren más mis amigos. Tengo miles de mujeres pero yo ya sé a quien quiero. No necesito a nadie más. Yo viví todo lo que tenía que vivir. Ahora, capaz, ya es tiempo de morirme con vos. ¿Me escuchas? Hay algo en vos, para siempre. ¿Pensaste alguna vez en para siempre? Lo que tenes no lo tiene nadie mas en la existencia. Nadie nunca lo va a tener. Nadie te va a ganar. El sabor de tus fluidos. El olor de tu ropa. La lengua en tu oreja. Esa reacción.

-Cualquier cosa.

-Es la única solución.

-Pero vos no sos esa solución.

-Vos tampoco. Ya no lo podemos ser.

-Bueno.

-

-

-Te quiero.

-Yo también.





0 comentarios:

Publicar un comentario

Con la tecnología de Blogger.